El futuro, una trampa más de nuestra mente… La vida es YA!

 Cada que me encuentro con personas que le tienen pánico a no saber qué es lo que les trae el futuro con expresiones como: “Es que no avanzo, no sé cómo voy a lograr lo que quiero, debo obtener más títulos, si no tengo esa casa o logro ese proyecto qué le voy a dejar a mis hijos, si él o ella no me pide que estemos juntos para siempre o si no tengo ese bebe mi vida no tendrá sentido”, créanme que siento una profunda compasión porque en mi conexión con el Reino angelical pude darme cuenta que la vida es YA, es lo que tenemos en este momento y nada más. No está mal, por supuesto, tener metas, sueños y proyectos que desear llevar a cabo, incluso son importantes para motivar nuestros momentos presentes, pero cuando se convierten en obsesión, cuando la tranquilidad depende del logro de “algo”, entonces ya podemos tener la certeza de que caímos en una de las tantas trampas que nos tiende la mente.

Yo aprendí a vivir desde la simplicidad de las cosas y de la vida, elegí no caer en esa absurda trampa que es querer controlar el futuro, sencillamente no está en nuestras manos porque de hecho el futuro no existe, este momento en el que estás leyendo esto, es el “futuro” por el que te preocupabas hace años o ayer. Podemos hacer muchos planes y tal vez ni siquiera lleguemos vivos a esta misma noche. Nada es seguro en un mundo habitado por personas que escogen a cada minuto cambiar de forma de pensar y de sentir, hoy podemos estar en pareja en un estado ideal y mañana despertar al lado de alguien que sencillamente decidió mirar hacia otro lado, o tener el dinero para el porvenir de los hijos y caer en banca rota por algún suceso o que esos hijos se vayan primero de este mundo que los padres.

Y es que lograr lo que se desea tampoco es garantía de felicidad, está bien que sentiremos placer mientras dura el logro pero a la vuelta de la esquina aparecerá otro reto que nos quitará la paz del momento presente. A los seres humanos nos gusta mucho desear y cuando obtenemos lo que queremos lo perdemos solo con el objetivo de volverlo a desear, entonces dejamos pasar el instante maravilloso que nos está regalando la vida.

Esa simplicidad de la existencia llenó muchos de mis espacios y barrió con la mayoría de miedos que poseía. Poderme ir a la cama sin mayores preocupaciones, tener la menor cantidad de responsabilidades posibles, disfrutarme cada comida, cada postre, cada conversación y compañía de mis amigos, tener a mi familia con salud, verme al espejo y verme completa, maravillarme con un atardecer, con una película, con una sesión en mi consultorio, amar incondicionalmente al hombre de mis sueños o simplemente acariciar mi gato es una dicha que ningún proyecto a futuro va a proporcionarme.

Insisto que no se trata de desechar nuestras metas y dejar de trabajar por ellas, se trata de no hacerlo con ansiedad y con esa sensación de ahogo y de sentirnos frustrados porque no llega lo que queremos. Todo es perfecto, debemos confiar en el plan que se trazó nuestra alma al venir a este mundo, ese es el único plan del que debemos tener la plena seguridad se va a llevar a cabo pase lo que pase.

¿Qué ganamos con tener definido un montón de cosas para el futuro si éste ni siquiera ha llegado? El Maestro Jesús bien lo decía: “Cada día trae su propio afán, por más que quieran agregarle un centímetro al codo es imposible”; por eso vivamos nuestro instante al máximo, no sigamos viviendo en un mañana que es incierto para todos lo que habitamos la tierra, nadie, nadie tiene nada garantizado. Mientras nos quejamos por no llegar a dónde queremos o tener lo que soñamos, mejor gocemos de lo que Dios en su infinita bondad nos está regalando. Sonriámosle a cada persona que se cruza en nuestro camino, ayudemos al otro cuando lo necesita, disfrutemos de un buen libro, un delicioso helado o café, de una mágica conversación y regalémosle instantes a Dios contemplando su grandeza.

La vida es YA!

Catalina Franco



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